domingo, 30 de octubre de 2016

Feliz 99 cumpleaños

Hace 99 años un 29 de octubre, nació una de las personas más importantes de mi familia. Se trata de mi abuela Paqui. Si no fuera por ella, yo no estaría aquí escribiendo estas palabras. Hoy quiero celebrar su cumpleaños, aunque ya hace más de dos años que murió. A ella dedico estas palabras.
El cuatro de abril de dos mil catorce nos dejaste, todavía te echo de menos. Te alegrará saber que nuestra familia cada vez es más grande, y si vivieras conocerías a más bisnietos guapos que te alegrarían la vida. Por otra parte hemos vivido una gran pérdida, la de tu hija, mi tía, Marisol, que ahora descansa en paz en tu compañía. Es el ciclo vital, inevitable, los que vienen por los que se van. Duele, entristece, pero también deja espacio para la alegría, y da oportunidad a los que llegan de hacer las cosas extraordinarias y únicas para las que han nacido.
Una de las cosas que más he echado de menos este año es no poder preguntarte como viviste tú la maternidad, detalles como hasta cuando diste el pecho, si te dormían bien tus hijos o si tuviste que despertarte mucho para darles calor y cariño. Como te ayudaba el abuelo esos primeros meses. Si fue más fácil tener el segundo y los siguientes, qué era lo más difícil de ser madre, o cómo era de diferente la maternidad con cada hijo. Preguntas que entonces, cuando estabas con nosotros, no te hice, porque en aquel momento no lo necesitaba, pero que ahora me hubiera gustado que respondieras desde tu experiencia, y así contrastar lo diferentes o iguales que somos. Echo de menos no haber tenido la oportunidad de habernos unido bajo el paraguas de la experiencia única e irrepetible de la maternidad.
Recuerdo unas cuantas historias que me contabas, como aquella en la que me contabas que aun a pesar de que tu cuñada te decía que tenías que estar todo el rato frotando los trapos de tus niños, porque tenías muchos y no tenías dinero para comprarles más o contratar a alguien que te los lavara por tí, contestabas que por lo menos los llevabas limpios y aseados, comían bien y les encantaba tu comida, y lo más importante, que te querían mucho, al contrario que la hija de ella, que por muy muñeca que la vistiera, que prefería comer en tu casa, y comer de tus guisos.
Imagino que tuviste tus problemas y tus anécdotas como madre, y me hubiera gustado volver a escuchar historias como esta, y al tiempo contarte las mías.
Te echo de menos. Pero sé que una parte de tí la llevo conmigo y ahora la lleva mi hijo. Quiero creer que esa alegría que tiene la ha heredado de ti. Así que también te digo que si bien te echo de menos, te doy las gracias. Porque gracias a tí, muchos estamos aquí disfrutando de la vida.
Te quiero mucho abuela. Feliz 99 cumpleaños.

sábado, 4 de abril de 2015

Las croquetas de la abuela

Hace un año que la abuela murió, y quiero hacer un homenaje acordándome de una de mis comidas favoritas, receta heredada de generación en generación: "las croquetas de la abuela".
Nunca ha habido para mí ninguna otra receta mejor que la que hacía la abuela. Mi madre gracias a Dios, ha sido una de las afortunadas que ha aprendido fielmente la receta, y cada vez que prepara una remesa, siempre me llevo un "tupper" lleno de ellas. Aunque son las croquetas de mi madre, siempre serán para mi las "croquetas de la abuela". Buenas, deliciosas, pero también con ese toque hogareño, que te recuerda a quien las ha hecho.
Mi gran ambición culinaria sería reproducir fielmente esas croquetas, pero no termino de atreverme, pues me siento como aquel aprendiz de escultor que quiere copiar el David de Miguel Ángel. Sabes que por mucho que lo intentes, por muy bien que lo hagas, no te saldrá igual. No son "las croquetas de la abuela".
Te quiero mucho abuela, y siempre te querré. Te echo de menos, y me acuerdo mucho de ti. Gracias por haber compartido tantos años con nosotros, y ójala estuvieras aquí con nosotros disfrutando de todos los que te quieren. Pero me consuela saber que descansas en paz y que los que te quieren no te olvidan. Tu nieta no te olvida. Descansa en paz.
Carolina

jueves, 17 de abril de 2014

Receta de pestiños de la abuela

Cuando venía a Madrid, siempre que podía le pedía que hiciera pestiños de la abuela. Luego en Granada cuando podía la convencía para que los hiciera. A mi me trae muchos recuerdos ver el bol de la masa reposando antes de ponerse manos a la obra. La transcribo por si alguien quiere hacerla en casa.

Medidas aproximadas: 
- 100 ml / 1 vasito Aceite de oliva virgen extra 
- 100 ml / 1 vasito Jerez Seco 
- 1 cucharada sopera de Anis en grano (también llamado matalahuva, matalahuga)
- Piel de limón o naranja 
- 1 cucharadita café de levadura (poquita poquita) 
- Harina la que admita (por estas medidas me sale algo así como 250 grms) 
- Pizca de sal para la gracia 
- Azucar y licor de Anís para rebozar 
- Aceite de oliva virgen (sin usar) para freir.
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En una sartén freir a fuego suave/medio el aceite con los granos de anís y la cáscara de limón para que el aceite coja el sabor. Dejar enfriar. 
Con un colador pasar el aceite a un bol para que no pasen los granos de anís ni las cáscaras las cuales desecharemos. Añadimos el vasito de jerez. Después vamos añadiendo poco a poco la harina, la pizca de sal y la levadura, removiendo al principio con una espátula y luego amasando con las manos. 
Tiene que quedar una masa elástica pero no muy grasienta (es el punto más difícil y donde suelo equivocarme pasándome de larga de harina), con la que luego podamos trabajar. 
Tapamos / envolvemos con un trapo y dejamos reposar una hora. Extendemos la masa y la volvemos a trabajar un rato hasta que vuelva a quedar elástica. Mientras vamos calentando el aceite hasta que esté muy caliente Vamos cogiendo bolitas y las estiramos con el rodillo en óvalos alargados y unimos las puntas bien y vamos friendo hasta acabar con la masa. 
Escurrimos en un plato dejamos enfriar y rebozamos con azucar y licor de anis (si tenemos un espray para mojar un poco los pestiños mejor porque así se pega el azucar).

lunes, 7 de abril de 2014

Recordando a la abuela (Parte IV)

Última parte de las conversaciones de Whatsapp sobre las anecdotas y recuerdos de la Abuela. 

Alberto: Una anécdota que me hizo mucha gracia fue cuando mi hermana fue a decirle a la abuela que Manolo y ella se casaban. Y ella entendió que estaba embarazada y le dijo que ya se le notaba un poco. Que panzón de reír me di ese día.

Marisol: Jeje. Y un clásico es el QUITA EL CODO ABUELA. Yo dormía con ella y pensé que me clavaba el codo en la espalda y entonces se lo empujaba y decía quita el codo abuela. A ella le dio tal ataque de risa que no podía ni hablar y yo venga con que ¡quitara el codo! Cuando ya pudo explicarlo, es que ¡no era el codo! ¡Era el pecho! ¡Nos meábamos todos!
Mónica Prima: ¿No fue en Tenerife lo de quita el codo?
¡Qué risa!

David: Pues a mi uno de los momentos más emocionantes fue cuando celebramos su 90 cumpleaños en el restaurante de Güejar Sierra. Unos días antes la abuela me dijo que llevara a mi amigo (Roberto) a la comida.
El día del cumple la abuela se acercó a Roberto y le dijo: “¡Qué ganas tenía de conocerte, estoy muy contenta de que hayas venido!”
No sabéis lo que aquello significó para mí. 

David: La abuela me contó que cuando era pequeña no podía ir al colegio y ella se iba a la escuela y se sentaba al lado de la ventana.
La profesora que lo sabía dejaba la ventana abierta para que Paquita pudiera escuchar las clases.
¡Qué tiempos tan difíciles!

Olga: Mi hermana cuando era pequeña decía que la abuela era una abuela en color y no en blanco y negro como las otras, porque decía que las otras siempre iban vestidas de blanco y negro con el pelo blanco y ella siempre vestida tan guapa y que olía muy bien.

Susana: Mi amiga de siempre... Maite... que vino a acompañarme le llamaba "tu abuela la moderna".
Y nosotros tres le llamamos “la abuela grande” porque como siempre iba arreglada... y bien colocada la veíamos más alta que a mi otra abuela y no estoy segura de que lo fuera. ¿Os acordáis que no podía salir sin los labios pintados?... (eso no lo he heredado... y eso que me metía caña para que me arreglara siempre... jeje… decía que una mujer siempre tenía que ir arregladita...)

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Y con esto ya he terminado de subir todos los relatos que se improvisaron ese fin de semana. Espero que los disfrutéis y que sigamos recordando más cosas de ella.
(Editado por Carolina)

Recordando a la Abuela (Parte III)

Seguimos con los relatos que los nietos de la Abuela Paqui transcribieron en el Whatsapp. Es una alegría darse cuenta que salieron tantos en tan poco tiempo.

Alberto: Yo lo que más me acuerdo era de lo cariñosa que era. Que cuando a lo mejor había discutido con ella por cualquier cosa y yo me iba al cuarto molesto o si la había ayudado a hacer cualquier cosilla ella cogía y al rato venia a mi cuarto me cogía la cabeza con las manos y me daba un beso en la frente y me llamaba rey. 
O también me acuerdo de que nunca pensaba en ella misma. Siempre estaba pendiente de cumplir con los demás. Y recuerdo que cuando cambiamos el teléfono ese antiguo que tenía en la pared. El que había que darle con la rueda. Pues ella ya no sabía muy bien como marcar y me convertí poco menos que en su telefonista. Siempre que tenía que llamar a alguien me avisaba. Y recuerdo que ella se empeñaba en llamar a todo el mundo. Daba igual si le correspondía o no. Y yo le decía que no llamara a tal o cual persona porque nunca llamaba aquí pero ella no se quedaba tranquila si no lo hacía. 
Pero es que incluso cuando ella empezó a perder la memoria, ella no perdió ese sentido del deber y me pedía que llamara a alguien. Y entonces me las veía negras para averiguar a quien se refería. 
Especialmente a Maribel y a Olga se acordaba mucho de llamarlas y aunque era incapaz de acordarse de su nombre cuando me decía ella. La de los niños. Ya sabía que se refería a ellas.

Mónica: Me acuerdo de los desayunos en su casa... las tostadas con mantequilla que me preparaba.... qué buenas... y sólo las desayunaba con ella...Y de cómo me secaba el pelo y me peinaba. También de cómo caminaba de rápido. Pasitos cortos pero a toda velocidad, ¡madre mía!
Lo de que sólo las desayunaba con ella me refiero en su casa. 
Y de cómo le gustaba el tiempo... Y el pasapalabra... Ahí ya no se podía hablar y oye, mi madre es igual... le encanta el tiempo y el pasapalabra... pero sobre todo había un programa que le encantaba... Saber y ganar, ese no se lo perdía.

Alberto: Y una que me resultó muy triste en su momento pero que da una idea de lo buena que era y de que dentro de su demencia, era consciente de su situación. 
Esta ocurrió hace un año y pico poco antes de perder completamente su capacidad de comunicarse: 
Estaba sentada en el sofá y mi madre y yo viendo la tele. De pronto ella se puso a llorar. Espontáneamente y sin motivo y no entendíamos que le pasaba. Pero a moco tendido. Poco a poco entre mi madre y yo la calmamos y yo le empecé a preguntar: 
“¿Qué te pasa? ¿Qué te pasa?”
Y con una enorme dificultad conseguí entender que ella se sentía muy mal porque ella no podía ayudar. Ella quería darle ayuda a mi madre pero que no podía. Y que ella estaba mal y todo lo tenía que hacer mi madre. Y yo le dije: “Abuela que no pasa nada, tú estás aquí de invitada. Nosotros te ayudamos. No pasa nada.” Y dijo cosas como que Maribel y mi madre siempre estaban ahí y que ella no podía y que no podía.
Se me quedó muy grabada esa conversación porque fue de los últimos momentos lúcidos que tuvo y yo creo que incluso entonces y a pesar de la demencia era muy consciente de su situación y la carga que era. Y esto no fue hace más de dos años. De eso estoy seguro. Da una idea de lo mucho que se preocupaba por los demás.

Mónica: Sí, no pensaba en ella, siempre en los demás... Una gran persona, una gran abuela. 
Me he levantado pensando en ella. Me acuerdo cuando se bañaba en la playa o en la piscina, con mucho cuidado con la cabecita levantada. ¡Le encantaba!

Recordando a la Abuela (Parte II)

Continuamos con la recopilación de relatos que hicimos en el grupo de Whatsapp...

Susana: Esta mañana me invaden muchos recuerdos de la abuela...de cuando vivía en el piso. De cómo muchas veces iba a verla cuando estaba con  Amelia… tomando un cafelito... ayer me sentía relajada porque la veía por fin tranquilita y la imaginaba con el abuelo... pero ahora me estoy poniendo muy triste…

Pero creo que tenemos que pensar que por fin esta el abuelo con su Paquita

Estefanía: Es verdad, yo también me acuerdo de sus cafés con Amelia. Y de Ella cocinando en esa cocina tan peque ¡con su bata!

Olga: Yo recuerdo el “chorizo de la abuela” que en cuanto llegábamos de Barcelona nos tenía la tripilla de “chorizo de la abuela” para hacernos el bocata, también recuerdo su bolsita de jamón y queso que compraba cuando volvía a Barcelona para que me lo llevara, nunca se olvidaba. Pero sobre todo recuerdo sensaciones, como la sensación de tranquilidad cuando estaba al lado de ella y la oía con el tarareo de sus crucigramas (que a veces miraba las soluciones, aunque ella insistía en que no, jajaja...) el olor de su casa, la música del informe semanal...la lucecita de su mesita de noche encendida y su radio para dormir...todo eso me transmite sensaciones que nunca podré olvidar porque me reconfortan. La quería y la querré siempre y aunque esos recuerdos se quedaron ya muy lejos en el tiempo están siempre a mi lado. El amor y el cariño que me ha dado siempre de manera incondicional han marcado una parte de mi vida que forma parte de ella. ¡Te quiero ABUELA!

Carolina: Lo que con más cariño recuerdo era cuando me contaba cuentos por la noche como el de "Piel de asno". Pero sobre todo me gustaba escuchar historias de su vida y mi favorita era la del arroz con leche porque fue una de las pocas veces que tomó el pelo a sus hermanos cepillándose media bandeja antes de compartirla con el resto.

Marisol: Gracias. Me habéis recordado cosas que ya no me acordaba. Siempre estará con nosotros. Será una angelita que nos cuidará.

Susana: Os parecerá una tontería... pero yo siempre sentí que aunque no lo había conocido... el abuelo me cuidaba desde allí arriba... que era mi angelito de la guarda... pero es que desde hoy noto que ya tengo dos... y seguro que también de todos los demás... nos adoraba a toda su familia... y a cada uno nos entendía...y sabía qué decirnos.

A mí me contaba muchas anécdotas con el abuelo... quizás también porque yo no paraba de preguntarle sobre él y a ella le encantaba hablar de él... le brillaban los ojos…

Olga: Yo también siempre he sentido que alguien me protegía y pensaba que podía ser el abuelo y desde luego sé que ahora se va a unir ella. Susi te doy toda la razón, fue moderna, tolerante, comprensiva y buena muy buena con todos

Susana: Jooo... era especial
Olga: Si

Estefanía: ¡Gracias por compartir tantos recuerdos! ¡Me hacen sonreír!  Yo me acuerdo de cuando venía al piso en que vivíamos por calle Alhamar, y sabía que había venido la Abuela porque el ascensor olía a su perfume.

Recordando a la Abuela (Parte I)

La mejor manera de mantener viva la memoria de alguien muy querido que se nos acaba de ir, es rememorar todos aquellos buenos momentos que se han compartido o las historias de su pasado que nos han contado.
El día que nuestra querida abuela se marchó a un lugar mejor, Estefanía propuso escribir en el grupo de chat de los primos del Whatsapp todos los recuerdos o anécdotas que tuviéramos de ella. A continuación viene una recopilación de dichas anécdotas ligeramente adaptadas para facilitar su lectura.

Estefanía: Hola Primos. 5 am en US. 11:00 en Granada. Y no puedo dormir. Pensando que estáis todos allí velando a la Abuela. Me vienen a la cabeza recuerdos de pequeña que me hacen sonreír. Y se me ha ocurrido, ¿por qué no escribís por aquí, cuando podáis ... un recuerdo/anécdota que tengáis de la Abuela Paqui. Empiezo yo:
Recuerdo una noche de verano en Barcelona, que me mandaron mis padres con la Maribel, y la Abuela Paqui. Y mientras Olga y Mónica salían de pingoneo, nos pasábamos horas jugando a las cartas la abuela y Maribel y yo en la terraza. De vez cuando le ibas ganando y ¡no veas los cabreos que se pillaba! Le quitabas todas las cartas y no le hacía ninguna gracia.

Mónica: Sí... le gustaba jugar a la brisca...  Y también le gustaba mucho ver el fútbol... le encantaba pero pasaba unos nervios... Recuerdo muchas cosas, cómo mi hermana y yo de pequeñitas nos peleábamos para dormir con ella en Granada. Y creo que siempre acababa Olga que era la pequeña y tenía miedo...
Y nos hacía rezar cada noche 4 esquinitas tiene mi cama y cuatro angelitos que me la guardan...

Alberto: Yo me acuerdo cuando la veía que no quería comer porque decía que había comido mucho. Que yo le decía a ella: “Abueelaa, que tienes que comer. Que estas creciendo.” Y ella pues se reía y me daba un beso.

Estefanía: Yo me acuerdo de las ¡¡croquetas de la Abuela!!
Alberto: Y del pisto

Marisol: Ayer la miré y en un momento me sonreí, recordando que en Almuñécar nos hacíamos carreras con ella y ¡¡nos ganaba!!

David: Yo me fumaba cigarros con la abuela a escondidas para que no se enteraran mis padres. Ella me invitaba a su marca favorita "Palace Mentolado".

Susana: Recuerdo cuando nos íbamos los tres a comer a casa de la abuela y nos ponía tomate frito de la marca que fuera...y nosotros nos poníamos to caprichosos a decir que a nosotros sólo nos gustaba el tomate frito fruco... y ella decía que eran tonterías...y nosotros a patalear... así que se le ocurrió una idea:
Metió el tomate que ella compraba en un bote de tomate frito fruco... y nosotros le dijimos: "¿ves... abuela...? ¡Éste sí está bueno!" y nos lo comimos encantados… Después nos lo confesó y se nos quedó una cara de tontos... jajaja... así se nos quitaron los caprichos de un tacazo.