Hace 99 años un 29 de octubre, nació una de las personas más importantes de mi familia. Se trata de mi abuela Paqui. Si no fuera por ella, yo no estaría aquí escribiendo estas palabras. Hoy quiero celebrar su cumpleaños, aunque ya hace más de dos años que murió. A ella dedico estas palabras.
El cuatro de abril de dos mil catorce nos dejaste, todavía te echo de menos. Te alegrará saber que nuestra familia cada vez es más grande, y si vivieras conocerías a más bisnietos guapos que te alegrarían la vida. Por otra parte hemos vivido una gran pérdida, la de tu hija, mi tía, Marisol, que ahora descansa en paz en tu compañía. Es el ciclo vital, inevitable, los que vienen por los que se van. Duele, entristece, pero también deja espacio para la alegría, y da oportunidad a los que llegan de hacer las cosas extraordinarias y únicas para las que han nacido.
Una de las cosas que más he echado de menos este año es no poder preguntarte como viviste tú la maternidad, detalles como hasta cuando diste el pecho, si te dormían bien tus hijos o si tuviste que despertarte mucho para darles calor y cariño. Como te ayudaba el abuelo esos primeros meses. Si fue más fácil tener el segundo y los siguientes, qué era lo más difícil de ser madre, o cómo era de diferente la maternidad con cada hijo. Preguntas que entonces, cuando estabas con nosotros, no te hice, porque en aquel momento no lo necesitaba, pero que ahora me hubiera gustado que respondieras desde tu experiencia, y así contrastar lo diferentes o iguales que somos. Echo de menos no haber tenido la oportunidad de habernos unido bajo el paraguas de la experiencia única e irrepetible de la maternidad.
Recuerdo unas cuantas historias que me contabas, como aquella en la que me contabas que aun a pesar de que tu cuñada te decía que tenías que estar todo el rato frotando los trapos de tus niños, porque tenías muchos y no tenías dinero para comprarles más o contratar a alguien que te los lavara por tí, contestabas que por lo menos los llevabas limpios y aseados, comían bien y les encantaba tu comida, y lo más importante, que te querían mucho, al contrario que la hija de ella, que por muy muñeca que la vistiera, que prefería comer en tu casa, y comer de tus guisos.
Imagino que tuviste tus problemas y tus anécdotas como madre, y me hubiera gustado volver a escuchar historias como esta, y al tiempo contarte las mías.
Te echo de menos. Pero sé que una parte de tí la llevo conmigo y ahora la lleva mi hijo. Quiero creer que esa alegría que tiene la ha heredado de ti. Así que también te digo que si bien te echo de menos, te doy las gracias. Porque gracias a tí, muchos estamos aquí disfrutando de la vida.
Te quiero mucho abuela. Feliz 99 cumpleaños.